9 junio, 2015 in Sin categoría

JOSEPE GARCIA. MI OCTAVA VUELTA AL CAMINO DE SANTIAGO. APRENDIZAJES

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Como me pasa siempre, uno de los procesos mágicos de haber peregrinado en el Camino de Santiago aunque sea unos días, es que te vas dando cuenta de muchos aprendizajes cuando vuelves. Y esto puede ocurrir durante semanas.

Acabo de regresar de mi periplo por las maravillosas tierras navarras y riojanas, donde durante una semana me lo he tomado con tranquilidad pues el foco no era llegar, sino hacer camino, vivir experiencias, encontrarme lo que debía encontrar, abrirme a lo que tuviera que suceder, conocer a quien debiera conocer y en definitiva, dejar hacer en mi a la sabiduría del camino. Y la fe mía que no me ha defraudado una vez más.

Entre Pamplona y Nájera he vuelto a tomar distancia, a recuperar serenidad, a darme cuenta de cosas importantes y a reafirmarme que la vida siempre tiene guías y señales para orientarte en la dirección más adecuada, pero sólo si vas con los ojos abiertos y la intuición alerta a eso que te es mostrado y que pocos ven, puesto que se nos ha educado básicamente en el uso del hemisferio izquierdo, que tiene poco que decir en esto 🙂

Y como siempre, he vuelto a vivir momentos mágicos y pequeñas grandes historias donde el pedir y el dar, donde el encontrarte con la horma de tu zapato para que se te quiten las tonterías, donde la concatenación de pequeños milagros es una constante, como decía mi amiga Julie, de Vancouver (Canadá).

De entrada, el primer día: Pamplona. El albergue abarrotado, y aunque se supone que ya me lo sé, a las 5:30 am (yo soy de levantar tardío), mucha gente en ebullición: bolsas, roces, susurros, golpes… que es lo normal. En esta ocasión, a las 6 ya un grupo se había puesto a hablar como si fuera la hora del aperitivo, a todo trapo. Y comencé a tener un diálogo mental bastante tóxico, del tipo: “la madre que los parió, pero es que ya no hay respeto, qué pensarían si lo hago yo a las 11:30 de la noche, y se llamarán peregrinos, etc, etc, etc.”. Mi enfado iba “in crescendo”, valorando si darles una voz, bajarme de la litera y encararme con 20 o 30 personas, etc.  Gracias a dios me di cuenta bastante rápido de mis pensamientos y decidí que no era el momento de ponerme a educar gente. De mi mente brotó una frase que me ha ayudado mucho en varios momentos de mi vida: “¿Por qué intentar alfombrar el mundo, pudiendo calzarte unas zapatillas?”

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Así que pensé en mis zapatillas, y analicé opciones. Finalmente, aunque nunca lo había hecho antes (porque me gusta presumir que me duermo en cualquier sitio pese al ruido (mito que empieza a desvanecerse), decidí que lo más útil sería comprarme unos tapones de los oídos para la siguiente noche. Lo convertí en prioridad 1 según saliera del albergue, pues no quería volver a pasar por esa experiencia. Venía al Camino  a serenarme, no a mosquearme…

Me quedé  como tantas veces el último en el albergue, y en la soledad total salté de la litera para hacer el macuto. Y para mi sorpresa, a los pies del mismo, colocadita donde era imposible no verla, estaba una pequeña bolsa precintada con dos hermosos tapones de oídos de una marca canadiense. ¡No me lo podía creer! Tras este suceso, no pude menos que reafirmar que un servidor estaba donde debía.DSC_2522_1

Como siempre, el camino está lleno de maestros encubiertos, agazapados para ofrecerte la lección que se necesita específicamente para ti en ese momento. Pareciera que hay un guionista que tú no ves, y que cuando hace falta da una orden: “que salga no sé quien a escena para que ese hombre aprenda o se de cuenta de algo”. Por ejemplo, al día siguiente sucedió otra cosa. Llevaba varios días dándole vueltas a traer a mi familia al Camino, con mi hija de 6 y mi hijo de 8. Vinimos el año pasado y peregrinaron un día y medio (ya ves, no mucho,  pero para su toma de contacto estuvo bien) y no sabía cuantos días podíamos venir  este año: 4, 5, 3, 6… y por que rutas, pues todas me parecían demasiado duras, o con mucho calor, o sin sombra, o sin agua…. Vamos, un sinfín de pegas.

Pues bien, conocí a Celine, una franco peruana, fotógrafa profesional de renombre que estaba tomando fotos para un próximo libro titulado “Peregrinos del Mundo”. El caso es que me dijo que se tenía que volver a Francia al día siguiente, pues firmaba ejemplares de su obra en la feria del libro en París. Ante mi sorpresa pues todavía no había sido editado, me aclaró que había escrito ya otro. ¿Y sabes como se titulaba?:

“Mamá, pero ¿Cuánto falta para Santiago?”

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El año antes había venido al camino con su hijo de 7 años ella sola y se habían hecho ¡1200 km!

Adivina donde quedaron mis dudas y mis temores con respecto a peregrinar con la familia este año.

Y así, una tras otra, incluso cuando ya crees que no va a pasar nada más porque estás en la estación esperando al tren para volver a Madrid….

Me parece que la magia de los sucesos “sincrónicos”, esos momentos sabios para que uno pueda aprender de ellos está presente en nuestra vida de contínuo. La grandeza es que en el Camino, tal vez debido a que estás mucho más predispuesto, ves y vives abundancia de  esos instantes porque  sencillamente tienes la mirada “afinada”. Y lo mejor de todo es que uno vuelve del camino con esa mirada afinada para la vida, otro de los maravillosos efectos secundarios del que peregrina.

 

Importante: no es lo mismo ir al camino que peregrinar en él. Cada vez hay más personas cuyo objetivo es pasar un buen rato con los colegas, o conseguir un reto físico, o una competición, o pasar las vacaciones…. En cambio, el peregrinaje desde mi punto de vista consiste es hacer un viaje contigo mismo, y/o conectar con cosas que nos trascienden, y/o tener una aventura personal de crecimiento y darse cuenta, y/o hacerse preguntas y escuchar las respuestas, y en definitiva vivir tu propia andadura (por eso, y para salvaguardar que esto pueda suceder de la manera más fácil posible, abogo por hacer el camino en solitario, aunque como bien sabemos, allí estás acompañado siempre que lo deseas…). Y entonces te llevas lo que tenías que llevarte para volver mejor y más sabio… Como me dijo el gran Marcelino, personaje célebre del Camino en su caseta a la salida de Logroño:  “Cada peregrino tiene su camino”.

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Me he vuelto a sorprender de la capacidad de adaptación a las circunstancias que muestra la gente cuando peregrina. Desde problemas físicos a circunstancias no esperadas, sorpresas, adversidades y  nuevas opciones no contempladas en el plan original, todo es resuelto con un: “ESTO ES EL CAMINO”, que podría equivaler a un “Esto es la vida”.

¿Cuál es la diferencia fundamental cuando se profiere esta frase peregrinando? que no se dice con resignación sino con aceptación, matiz que implica un abismo enorme en cuanto a cómo se vive la vida: la primera como posiblemente sabrás se refiere a “me gustaría otra cosa pero me fastidio con lo que hay y vivo lamentándome de lo que pudo ser”; en cambio la segunda pasa por integrar lo que sucede sin molestias ni quejas, dándole la bienvenida para avanzar y crecer con la nueva circunstancia mientras uno sonríe. ¿Hay o no hay diferencia?

Y ese es otro sano hábito que uno puede importar al devenir cotidiano  y que es impagable.

¿Qué otros aprendizajes me he llevado?

Este año ha estado presente  con fuerza algo que nos cambiaría de verdad la vida a todos si lo practicáramos con asiduidad: EL PODER DEL PASO A PASO.  Recuerdo vívidamente como a la salida de Pamplona un señor mayor me señaló una línea de montañas allá a lo lejos (que incluía la subida al alto del Perdón) llena de minúsculos molinos de viento (de los modernos),  y me dije: “¡Dios mío, eso está a tomar por saco! “ pero 3 horas más tarde no es que hubiera llegado, es que había pasado al otro lado…

El poder del paso a paso. Incluso cuando la cuesta es empinada, si combinamos el paso a paso con el no tener expectativas, ambos se convierten en una herramienta de avance poderosísima en la adversidad:

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Recuerdo la salida de Puente la Reina hacia Estella, donde te encuentras un repecho no muy largo, pero que me pareció la subida al Mortirolo. Si sumamos un solazo de bandera, un servidor que no respiraba bien por una alergia y la pendiente nada desdeñable, el trayecto me resultó muy muy duro. Y ahí redescubrí una clave para llegar cuando algo cuesta mucho y está lejos: ¡no mires a ver cuanto queda!!! Solo baja la vista, piensa en cosas interesantes, retos, mira a tus botas y el terreno que estás pisando y focaliza solo el siguiente paso mientras acompasas la respiración (yo lo hago tarareando canciones) y adelante, sin levantar la mirada (esto es muy importante).

¿Y por qué es tan importante? Posiblemente ya lo sepas, pero desde mi punto de vista en la vida, si nos centramos en el objetivo y este se halla lejos, la distancia puede desarmarnos y desmoralizarnos. En cambio si tienes la certeza de que vas conseguirlo y dejas de preocuparte por ello, centrando toda tu energía aquí y ahora, lo que se consigue es increíble. El poder de la expectativa es muy grande, pero si abusamos de fijar la mirada solo en la llegada, nuestro diálogo mental tipo “¿pero todavía queda tanto? No me puedo creer que haya avanzado tan poco; no me habían dicho que era tan duro; esto no acaba nunca”, etc, etc, no ayuda nada, nada a llegar….

En los repechos de la vida y de los negocios, combinar el paso a paso con la ausencia de expectativas y centrarse en el aquí y ahora, te garantizará unos resultados extraordinariamente inesperados…

También me he dado cuenta del poder de las personas, que una vez más, son de lo mejor del camino. Y creo que es un escenario ideal de escenificación de la profecía que se autocumple: Como vas con la idea de conocer personas buenas, generosas, alegres y confiables, eso es exactamente lo que te encuentras. Y supongo que también les sucede al resto, así que se genera un mundo de gente abierta y cercana, cariñosa y atenta que te muestra la mejor cara del ser humano que todos atesoramos dentro, esperando al mínimo contexto idóneo para sacarlo a la luz…

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Por otra parte, es curioso: después de dos días o 3 cruzándote con los mismos peregrinos (lo que en mi argot he denominado “la familia del camino” ) me llegó un momento donde decidí parar, y eso significó perder de vista a esas personas con las que habías trabado en varios casos una excelente relación. En  un primer momento me sentí solo, echando de menos a los peregrinos que había conocido. Pero el ciclo se activa nuevamente, y apenas pasado un día, empiezas a reconstruir un nuevo círculo de relaciones.

Me sorprendí primero sintiéndome solo (cuando originalmente iba precisamente a estar conmigo) y luego la velocidad en la que generas comunicación con personas nuevas… Esto es la primera vez de la que me he dado cuenta tras 8 años yendo al camino… Y me habla de la capacidad de adaptación del ser humano, esa grandeza que nos ha hecho llegar donde hemos llegado como especie ( y para bien y para mal, convertirnos en los dueños del planeta…)DSC_2595

Me pasó algo que posiblemente rescataría como la experiencia más poderosa que he tenido estos días. Y una vez más, el universo me lo puso en bandeja para que pudiera vivirlo y aprender de ello. Apenas a 3 km de Estella y andando en solitario, vi a un peregrino mayor, bajito y muy delgado completamente encorvado hacia un lado, pasándolas canutas para andar, con una mochila respetable y frotándose una pierna y un costado. Al principio hice como casi todos hacemos en la vida cotidiana en un primer momento: mirar con curiosidad sin intervenir, y nada más. Pero en el camino sucede algo (que también puede ocurrir en el día a día, pero me gustaría insistir que aquí es muy frecuente): Te acercas más rápido de lo normal a un desconocido y le preguntas si está bien, y qué ocurre.

Era un hombre japonés que en un inglés de 4 palabras me dijo: “bad” (a buen entendedor…) Así que me vino un automatismo que me surje desde los scouts, donde cuando alguien tenía dificultades, te prestabas a llevarle el macuto. Es curioso: estaba cansado, pero ese cansancio se esfumó por ensalmo ante la tesitura de ayudar a otro que lo pasaba bastante peor que yo. Y me vino una frase: “los hombros que tienes te fueron dados entre otras cosas para ser de utilidad en estos momentos”. Así que le quité la mochila  sin que el pobre supiera qué estaba haciendo yo (confió, supongo :)) me la puse delante y tiramos. El iba encorvado y sufriendo (no me supo explicar el motivo o yo no supe comprenderlo), pero ya algo menos, y sobre todo, creo que lo mejor que le ocurría es que tenía conciencia de que no estaba solo en la adversidad. Además, un español en un entorno desconocido no era mal aval, ya que los ibéricos brillábamos por su ausencia en el camino (casi todos los peregrinos eran extranjeros). Al ratito andando se me ocurrió que tal vez estaría bien hacer dedo para que le llevaran a Estella. Se lo comenté como Dios me dio a entender, y él no pudo más que asentir con una sonrisa (sigo sin saber si llegó a pillar lo que le quería decir…:)) Nos salimos de la ruta habitual para ir a una carretera general con más tránsito y recuerdo que iba visualizando cómo se paraba el primer coche que pasaba para que pudiera llegar cuanto antes a Estella y descansar o poder ir al médico. Y oye, quiero creer que gracias a eso hice señales al primer vehículo que vimos y una furgoneta con un tío muy majo se prestó a llevarle, mientras yo hacía de traductor entre conductor y japonés como para decir el lugar de destino. Pregunté a mi compañero como se llamaba: “Taka”. Me dio un gran apretón de manos mientras esbozaba una sonrisa, subió y me fui andando de nuevo a la ruta original. Y en ese momento empezaron a saltárseme las lágrimas.

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Primero me vino una sensación de que había estado años siendo entrenado para poder hacer estas cosas. E inmediatamente afloró un sentimiento inmenso de gratitud por haber podido vivir este momento, y sobre todo hacia mis padres por haberme educado en esos valores que ahora se traducían en resultados reales, hacia mi familia, hacia las personas que había predicado con el ejemplo en la vida y me habían transmitido y enseñado  algo que me salía hacer. Supongo que me limité a actuar tal y como me hubiera gustado que actuaran conmigo en unas circunstancias similares. Y una frase súbita, diáfana y y luminosa como si tuviera destellos y neones surgió en mi mente,: “CUIDAR LOS UNOS DE LOS OTROS”.

¿Cómo sería el mundo si realmente supiéramos que aun de manera invisible, la gente que nos rodea está lista y preparada para ayudarnos sin titubeos y cuidar de nosotros? Y no estoy hablando de la familia y amigos, estoy hablando de las personas en general. ¿Cómo miraríamos la vida? ¿a qué nos atreveríamos? ¿Cómo nos sentiríamos? ¿qué cambiaría?

Creo que básicamente, casi todo.DSC_2588

También ha rondado mi mente un mensaje reiterado una y otra vez: SIMPLICIDAD, SENCILLEZ. En un momento de mi vida donde mi anhelo a nivel personal y profesional es precisamente ese, el camino es un escenario espectacular para renunciar a lo complejo y darse cuenta una vez más que la grandeza de la vida está en lo pequeño que nos rodea, incluido el “aquí y ahora”.  Porque cuando peregrinas, la satisfacción viene de las pequeñas y olvidadas grandes cosas, muy básicas y por lo tanto, muy importaDSC_2575ntes.

Recuerdo llegando a Viana. Había salido tarde de los Arcos, y hacía un calor infernal. No había ni mirado el perfil de etapa, y ni me percaté que desde Sansol había casi 12 km monte a través, sin sombras, en un auténtico tobogán rompepiernas y sin un solo pueblo, bar o fuente. Con 40º a la sombra y a las 4 de la tarde empecé a pasarlo mal. La ruta Me estaba pareciendo eterna, y eso que en teoría era una etapa muy asequible en kilómetros. Había salido con medio litro de agua que a estas alturas era un caldo en estado de ebullición, y  Solo íbamos una china y yo que nos cruzábamos con frecuencia y cuya única conversación cuando nos veíamos era: ¿are you ok? (literalmente no podíamos ni hablar de la asfixia y el cansancio). Por fin me fui acercando a Viana, en modo automático, andando a paso de tortuga, y viendo ya a 100 m ya el albergue. Pero estaba tan agotado que apenas a esos 100 m de la meta anhelada, descubrí en la entrada de la población una fuente con un trozo de hierba y una sombra: Ni en mis mejores sueños podría haber imaginado un paraíso semejante. Así que en un último esfuerzo, me quité el macuto, las botas, puse la cabeza debajo de la fuente, bebí hasta hartarme mientras el agua chorreaba por mi cuello y debajo de la camiseta, y me dejé caer en la mullida y verde hierba…. ¡AHHHHHHH! ¡No recuerdo una sensación tan maravillosa y placentera en años!!! Todavía se me erizan los pelos cuando la recreo.

Estuve media hora tirado allí, como si me hubiera caído de un quinto, en estado de sopor y disfrute máximo, apenas a unos metros del albergue. Y tomé conciencia una vez más de qué poco necesitamos para sentirnos bien ( o más bien, qué básico: agua, verde y una sombra…). ¡Y quiero recordarlo día a día! Por eso entre otras cosas he vuelto a decidir pasar más tiempo con mis hijos y que ese tiempo sea de más calidad, con total presencia del “aquí y ahora”, sin que mi mente se vaya a lejanos sitios que no tienen nada que ver con lo que sucede en el momento, y que hacen que uno se lo pierda realmente.

Estos acontecimientos y aprendizajes además me están ayudando sobremanera a trazar las líneas maestras de mi empresa en una nueva etapa que ahora comienza y donde por supuesto debo sentirme alineado con quien soy y con lo que realmente me importa en esta fase de mi vida, con aquellos valores que hoy son rectores para mi (es otro de los motivos de mi presencia en el camino: saber decidir con sabiduría).

Y para ello, el camino te va dando pistas… Me encontré con Marcelino, un peregrino célebre que tiene un puesto montado a las afueras de Logroño, en el maravilloso Parque de la Grajera, y que supone un gran contraste con lo que te encuentras en una ciudad. Es alucinante como las urbes parece que están creadas para sacarte de los procesos importantes y acogotarte con una cantidad ilimitada de estímulos superfluos adornados con prisas. Me faltaba el aire… En próximos caminos trataré de evitar pernoctar en ciudades grandes, son una trampa tan familiar que uno cae sin quererlo…

DSC_2627El caso es que Marcelino vive una vida la mar de sencilla, y por ello se proclama el hombre más privilegiado del mundo: ya jubilado, aunque peregrino desde los 17 años, se dedica todos los días a levantarse a las 7 am, coger la furgoneta, abrir su “chiringuito” y acoger, servir y dar conversación a sus compañeros del alma, otros peregrinos como él. A las 13 recoge velas, vuelve a Logroño para estar con su familia, pasear, etc, y así hasta el día siguiente… Y cuando acaba la temporada, se hace un par de caminos distintos al francés, que ya está muy saturado de gente…. Qué frescura, que risa, que manera de hacerse entender con los extranjeros sin tener ni papa de inglés, que disfrute estando donde tiene que estar y sobre todo, habiendo decidido donde tiene que estar… Otro ejemplo para modelar que me fue puesto delante de mis ojos…. Gracias.

Creo que me ha sido muy difícil desconectar; me hubiera gustado más centramiento en el camino, pero el móvil y el estar pendiente de lo que sucedía en otros sitios, el darle vueltas a problemas, retos y decisiones a veces me ha alejado del camino. Me parece que he caído en la complacencia del veterano y no me he dado cuenta de lo poderosas que son las redes de lo cotidiano cuando uno no está alerta. De todas formas, como réplica, he puesto en práctica los fundamentos de la coherencia cardíaca aprendidos apenas una semana antes en el curso de mi admirado Gregg Braden en Barcelona (la coherencia cardíaca es la coherencia del corazón:  conectarse con su inteligencia para honrar la gratitud, la compasión, el cuidado y cariño y el reconocimiento). Y he de decir que apenas esos 3 minutos de práctica diarios me han sido de mucha utilidad, me han dado paz y mayor capacidad de dejar florecer más a menudo mi mejor versión y por ende ver cosas que de otras maneras no hubiera visto.DSC_2515

Cuanta gente en el camino buscando respuestas, hijas e hijos de nuestro tiempo sin certezas anhelando el acertar la dirección que tomar… Pero en este entorno de naturaleza, silencio y recogimiento, de compartires y esfuerzo, brota con inesperada frecuencia el sabio que todos llevamos dentro para marcarnos el rumbo, un rumbo que a veces nos gustaría no atisbar porque supone un giro de timón importante e ineludible…

Y cuantas sorpresas hasta el último momento…

Julie, señora canadiense a la que acabo de conocer, me acompaña en los últimos kilómetros hasta Nájera, donde mi amigo, compañero y extraordinario coach Alfredo Bastida, después de haberme agasajado en Logroño con la generosidad que le caracteriza se presta a llevarme al tren para volver a Madrid. Pues bien, sin venir a cuento, porque sí, Julie saca un pequeño texto en inglés. Y según lo voy leyendo, se me caen las lágrimas. Ella me dice que también lloró al verlo: las bendiciones del peregrino. Y lo mejor: el día antes se perdió (una de las cosas que peor llevamos los peregrinos: hacer un par de km adelante para después tener que volverlos a hacer hacia atrás, sobre todo cuando vas justo de fuerzas y el sol pega de lo lindo: la ley de Murphy). Y al perderse acabó dando con unas monjas que le indicaron la ruta correcta y la dieron ese maravilloso papel. Y ahora los dos conveníamos cual había sido la finalidad de ese “perderse”: conseguir un maravilloso texto que pudiera inspirar y ser compartido. Y aquí estoy para que eso suceda. Pongo la foto del mismo en Inglés y abajo su traducción.DSC_2646

Las Bienaventuranzas del Peregrino

1. Bendecido eres peregrino, si descubres que el camino abre tus ojos a lo que no se ha visto.
2. Bendecido eres peregrino, si lo que te preocupa no es llegar sino llegar con otros.
3. Bendecido eres peregrino, cuando contemplas el camino y descubres que está lleno de nombres y amaneceres.
4. Bendecido eres peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino empieza cuando está completo.
5. Bendecido eres peregrino, cuando tu mochila está vacía y tu corazón no sabe donde colgar tantos sentimientos y emociones.
6. Bendecido eres peregrino, se descubres que dar un paso atrás para ayudar a otro es más valioso que dar 100 pasos adelante sin mirar a lo que está a tu lado.
7. Bendecido eres peregrino, cuando no tienes palabras suficientes para agradecer por todo lo que te sorprende y aparece en el camino.
8. Bendecido eres peregrino, si buscas la verdad y haces del camino una vida y da tu vida un camino (una vía), en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
9. Bendecido eres peregrino, si en en el camino te conoces a ti mismo y te regalas a ti mismo el tiempo, sin nada, para no olvidar la imagen en tu corazón.
10. Bendecido eres peregrino, si descubres que el camino está lleno de silencio, del silencio de la oración, y la oración para encontrarte con el Padre que está esperando por ti.

 

Quiero dar las gracias a todas las personas que se han cruzado en mi camino estos días por su cariño, sus miradas, su risa, sus silencios, por ser personas luchando su ardua batalla sin dejar caer los brazos, por su conversación, por abrirse a mi, un desconocido, por su generosidad, por su alegría, por su confianza, por permitirme redescubrir que más allá de colores, procedencias e ideas, el ser humano en su esencia es básicamente lo mismo en cualquier sitio, y necesitamos las mismas cosas;  que estamos llenos de amor y de cualidades, que las fronteras y las ideologías son algo creado para separar, y las personas en el fondo nacimos para estar unidas (como bien saben los niños, auténticos sabios en quien reflejarse).

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Gracias a Daniela, de Líbano, A Florence, de Francia, a Allan, Inglés, a Toñi y Toya, de Albacete y Madrid, a Peter, australiano, a Cheryl, norteamericana, a Pedro Gustavo y Marité, de México, a Sylvia, Mariana y María Sylvia, de Venezuela, a la familia de Barcelona, a Igor del País Vasco, a Alfredo Bastida, mi compi, a Julie de Canadá, y tantos otros que me han acompañado y de los cuales he aprendido estos días.

Y por supuesto, a mi mujer, que me facilita siempre estas aventuras haciéndose cargo de la familia y otros menesteres y que me apoya al máximo; y a mis compañeros peregrinos del alma,  que tenían una última sorpresa preparada para mi, aunque desde la distancia. La última noche, en un albergue fuera de ruta en Sotés y en el que me encontraba solo, en mi foro de whatsapp de mi grupo peregrino Chad, un maravilloso australiano había mandado un vídeo creado hace un año: el making off de la grabación que él realizó para el lanzamiento de mi libro “Buen Camino”. Y en ese vídeo se reflejaba exactamente lo que yo buscaba y estaba encontrando: risas, seres humanos con mayúsculas, sencillez, amistad,  generosidad… Qué regalo más extraordinario, ya que por diversas circunstancias yo nunca había llegado a verlo… Una vez más se hizo la magia. ¡Gracias, Chad, María, Patri, Fran!

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Espero haberte podido transmitir un poquito lo que ha sido la experiencia que he vivido, que es difícil de glosar cuando la emoción está presente,  pues ¿cómo describir el olor de una rosa?. Solo sé que el camino es algo grande y que aquel que se deja tocar por su sabiduría, cambia, mejora y avanza. Una vez más, agradezco este regalo del Universo y solo me queda desearte un vida con sentido, de la mejor manera que sé: con nuestro saludo.

¡BUEN CAMINO!

Pd: y para quien quiera practicar el Inglés, ¡el Camino es un sitio inmejorable! 🙂

 

 




5 Comments

  1. 15 junio, 2015 at 17:38

    Guadalupe

    Responder

    Gracias, gracias, gracias, mil millones de veces, gracias por compartir tu experiencia. Sólo he hecho el Camino una vez, hace dos años, después de desearlo por mucho tiempo y si Dios quiere, volveremos este agosto, no todo el tiempo que quisiera pero al menos, volveremos a vivir esta experiencia de vida tan positiva.

    Yo digo que en este peregrinaje siempre llevamos dos mochilas: la física, generalmente con lo justo y necesario, y la «no física», con todo lo que somos, lo bueno, lo malo, nuestras expectativas, nuestras frustraciones,… El Camino se encarga de vaciar ésta mochila de todo lo negativo… y vuelves pleno.

    Yo necesito volver, dos años del día a día dan para que el saco esté otra vez lleno de miedos y hándicaps. Mi motor es la fe y cómo tú dices, en esos trechos malvados, la única opción es hincar la cabeza y cantar. Yo tengo un estribillo que solemos cantar en misa y que todavía no consigo tararear sin emocionarme, «Nada has logrado que no puedas hacer, nada has pensado imposible de ver, ni en el mar, ni en el cielo, nada está lejos de ti, todo está en tu adentro, todo puedes hacerlo si te fías de Mí».

    Da igual, creer en Dios, en uno mismo, en los otros… esa fuerza interior existe. Lo fácil que se muestra en el Camino y lo poco que dejamos que salga en nuestra vida diaria.

    Mi primer camino fue sólo un aperitivo y yo sólo quiero pegarme un atracón. Gracias de nuevo por estar ahí, a ver si alguna vez te pasas por Málaga para firmar ejemplares, yo tengo tu libro en digital, pero si vienes, me lo compro en formato físico para que me lo dediques. Un abrazo muy grande y ¡buen camino!

  2. 15 junio, 2015 at 1:42

    Angélica Hernández

    Responder

    Hola Josepe, como siempre me encantan tus relatos del CAMINO, creo que es una gran experiencia, como bien dices las enseñanzas adquiridas van saliendo poco a poco, gracias por compartirlas.
    Saludos cordiales.

  3. 12 junio, 2015 at 3:03

    Mario BENITEZ

    Responder

    Una alegrìa inmensa haber recreado, con tu experiencia , mi CAMINO DE SANTIAGO, que no fueron tantos, sòlo en tres ocasiones. Parte del Francès en 2006, completè la parte que habìa subido a un tren desde ESTELLA hasta SAHAGUN, en 2009 y en esa ocasiòn en MALAGA, realicè el cursillo de HOSPITALERO, siendo enviado ese año a GRAÑON, lugar impagable.
    En 2012 volvì a caminar el PORTUGUES desde FATIMA a SANTIAGO y luego a MUXIA y FINISTERRA. Luego HOSPITALERO otra vez en SANTO DOMINGO DE LA CALZADA. Y la historia llena de magia se repite siempre , de un modo u otro en cada peregrino que tiene la inmensa suerte de estar en ese lugar de ensueño. ULTREIA ET SUSEIA PEREGRINO JOSEPE GARCIA. UN ABRAZO DESDE ARGENTINA.

  4. 11 junio, 2015 at 19:08

    MªCarmen

    Responder

    he terminado de leer tus comentarios sobre las experiencias vividas en «el camino» que has hecho este mes. He tenido la sensación de que era yo misma la peregrina y me he identificado completamente con la historia, creo que coincido con tus sensaciones y las he vividop como mías.

    Mi emoción ha llegado al colmo cuando me he encontrado con la balada irlandesa AN IRIS BLESSING, que he cantado en coro muchas veces y que es mi favorita de todo el repertorio de mi vida. «que el camino venga a tu encuentro;que el viento sople siempre a tu favor; que el sol ilumine cálidamentesobre tu rostro;que las lluvias caigan suavemente sobre tus campos y que, hasta que volvamos a vernos, Dios te gtuarde en la palma de su mano» Es lo que deseo para ticon un abrazo. La tía Mamen

  5. 11 junio, 2015 at 16:38

    Lola

    Responder

    Gracias querido Josepe por tan magnífico artículo con el que he aprendido cosas sobre este «camino de la vida»;
    1.- La vida es más sencilla de lo que creemos y necesitamos muy pocas cosas para vivir.
    2. Hay que vivir el aquí el ahora, valorar las peqeñas cosas que aveces nos pasan desapercibidas.
    3. Hay que ayudar a los demás en este camino.
    4. Lo importante que es el PASO A PASO, para conseguir nuestros sueños y metas.

    Por cierto, me gustaría que me contases en qué consiste ese ejercicio de Greg BRADEN de 3 minutos?

    Siento no poder ir a la Feria del Libro elpróximo domingo, soy de Sevilla y he estado el pasado domingo 7 que por cierto vi a nuestro querido Sergio Fernández.

    Gracias Josepe.

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